16 de noviembre de 2021
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Entre los innumerables artículos, obituarios y homenajes a que ha dado lugar el fallecimiento de Ray Bradbury -el hombre que nos enseñó que los marcianos existen, y son como nosotros-, me ha conmovido especialmente un artículo del propio Bradbury, reproducido en la revista New Yorker, en el que el escritor -supuestamente ante la pregunta de qué es lo que le llevó a interesarse por la ciencia-ficción- rememora su admiración por algunos héroes del cómic como Buck Rogers y otras lecturas tempranas, para acabar recordando cómo una escena de su infancia, compartida con su abuelo, fue la génesis de uno de los relatos de Crónicas marcianas.* Se trata de un texto que refleja tan bien como era el hombre y el escritor, tan lleno del peculiar tono poético y melancólico que impregna su obra, una recreación tan perfecta de una época y un ambiente...